En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, el Hospital Garrahan realizó una actualización dirigida a su equipo de salud, proporcionando estadísticas, desmitificando conceptos erróneos y presentando formas de abordaje según los diferentes niveles de atención sanitaria.
El Servicio de Salud Mental del Hospital Garrahan encabezó una jornada de sensibilización destinada a los profesionales del hospital para abordar el suicidio en adolescentes. Durante la sesión, se discutieron estrategias para la detección de señales de alarma, así como la prevención y el manejo de jóvenes que manifiestan ideas o conductas autolesivas.
El suicidio en adolescentes es un fenómeno complejo y multicausal que va más allá de un simple trastorno mental. Está influenciado por factores relacionados con el entorno, aspectos sociodemográficos e individuales. Según datos globales, el suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes, y aunque muchos casos podrían ser prevenidos, es crucial que tanto familiares como profesionales de la salud estén atentos a las señales de alarma en el comportamiento de los jóvenes.
Las estadísticas son alarmantes: en los últimos 30 años, los casos de suicidio en la adolescencia se han triplicado. Un estudio de Unicef Argentina reveló que en 2019 la tasa de suicidios entre adolescentes de 15 a 19 años alcanzó 12.7 por cada 100 mil, y esta cifra ha aumentado tras la pandemia de COVID-19.
La psiquiatra Alejandra Bordato, jefa del Servicio de Salud Mental del Garrahan, enfatizó la importancia de no subestimar este problema: “Es importante no subestimar el tema, tenerlo muy en cuenta y saber que la mejor prevención es estar alertas y, en caso de que sea necesario, derivar a tiempo”. Bordato estuvo acompañada en la presentación por las profesionales Corina Ponce y Vanina Nielsen.
El intento de suicidio se define como cualquier conducta autoinfligida y potencialmente lesiva, que no resulta en muerte pero que evidencia una intención de provocarse la muerte. La ideación suicida, por su parte, se refiere a cualquier pensamiento relacionado con poner fin a la propia vida.
Datos de la Sociedad Argentina de Pediatría de 2022 revelan que los adolescentes de entre 15 y 19 años son más propensos a suicidarse que los de 10 a 14 años. Aunque la tasa de letalidad es mayor en varones, la relación de intentos de suicidio es de un varón por cada cuatro mujeres. Además, un dato relevante es que la conducta autolesiva no siempre está asociada con la ideación suicida; en el 17% de los adolescentes con autolesiones no se detecta este tipo de pensamiento, siendo más común en jóvenes de 15 y 16 años.
El Garrahan, como centro de alta complejidad, trata casos graves de adolescentes que llegan por intentos de suicidio o son derivados por sus patologías de base. Entre 2018 y julio de 2024, el hospital atendió a 79 pacientes con intentos de suicidio o autoagresiones. Los casos menos graves suelen ser derivados a centros de menor complejidad o más cercanos al domicilio del paciente.
La Ley Nacional de Salud Mental Nº 26657 establece que las personas con padecimiento mental deben ser tratadas en hospitales generales, no en instituciones psiquiátricas, lo que ha generado un cambio en el abordaje de estos casos.
Uno de los principales obstáculos en la prevención del suicidio son los mitos que lo rodean. Por ejemplo, la creencia de que quien anuncia un suicidio no lo llevará a cabo, o la tendencia a sobrevalorar las aparentes mejoras después de una crisis. “Hay que hablar y preguntar, darle lugar a que el chico se abra y cuente”, subrayó la psiquiatra Bordato.
Los familiares y personas cercanas al adolescente pueden identificar señales de alarma como cambios en el comportamiento, sentimientos de desesperanza, ansiedad, impulsividad o agresividad. En entornos como escuelas o clubes, es crucial prestar atención a situaciones de disfunción familiar, abuso sexual, violencia, rechazo social o aislamiento. También son relevantes factores como el rechazo a la identidad u orientación sexual o el manejo de una enfermedad grave.
En el ámbito de la salud, es importante detectar trastornos mentales como depresión, trastorno bipolar o estrés postraumático, que pueden estar asociados con el riesgo de suicidio.
El enfoque recomendado es el abordaje biopsicosocial, que considera factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales. Se destaca la necesidad de evitar que el tratamiento farmacológico sea la primera respuesta ante una crisis: “Hay que ir de menos a más”, resaltaron las profesionales.
Ante la identificación de más de una señal de alarma, se aconseja acudir a centros de salud con guardias psiquiátricas para niños y adolescentes. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los hospitales Elizalde, Gutiérrez y Tobar García ofrecen guardias las 24 horas con especialistas en psicología y psiquiatría.