Caminito, el mítico pasaje de La Boca, transformado por Benito Quinquela Martín y vecinos del barrio, celebra 65 años de historia como uno de los mayores atractivos turísticos y culturales del territorio porteño.
El 18 de octubre de 1959 marcó un antes y un después para el barrio de La Boca, cuando lo que alguna vez fue un simple tramo ferroviario en desuso se transformó en un museo al aire libre conocido como Caminito. Este espacio, que hasta entonces corría el riesgo de convertirse en un basural, cambió su destino gracias al impulso del pintor Benito Quinquela Martín, quien junto a un grupo de vecinos revitalizó la zona con una explosión de colores y arte. Desde entonces, Caminito se ha consolidado como un ícono cultural y turístico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El acto de inauguración de Caminito se llevó a cabo en una tarde soleada, con el estruendo de petardos y el brillo de las fachadas recién pintadas, en presencia de autoridades locales y una multitud de vecinos y curiosos. En la esquina de Pedro de Mendoza y Del Crucero, a las 18 horas, Hernán M. Giralt, jefe de la comuna, y Mariano Garrido, escribano mayor de gobierno, encabezaron la ceremonia junto a dos figuras clave del barrio: el pintor Benito Quinquela Martín y el compositor Juan de Dios Filiberto.
La inauguración contó con la participación de la Banda Sinfónica Municipal, dirigida por Domingo Calabró, que interpretó el Himno Nacional Argentino. Posteriormente, Quinquela Martín ofreció un breve discurso, en el cual expresó su visión sobre el proyecto que estaba por materializarse, y luego cedió la palabra a Hernán Giralt, quien subrayó: “Caminito encierra algo así como la esencia espiritual de La Boca”. El evento culminó con el descubrimiento de una placa conmemorativa que sellaba el inicio de una nueva era para el barrio.
Antes de convertirse en el museo a cielo abierto que es hoy, Caminito fue un tramo ferroviario conocido como “La Curva”, por la forma sinuosa que seguía el cauce de un arroyo que desembocaba en el Riachuelo. Este ramal del Ferrocarril Buenos Aires al Puerto de la Ensenada había sido vital para el desarrollo comercial e industrial de la zona desde su inauguración en 1866. Sin embargo, en 1928 el servicio fue clausurado, y el lugar quedó abandonado, deteriorándose progresivamente hasta convertirse en un basural.
Fue en la década de 1950 cuando un grupo de vecinos, liderado por Benito Quinquela Martín, decidió intervenir. Con el objetivo de revitalizar el lugar, comenzaron a limpiar el terreno y a planificar un nuevo destino para ese espacio olvidado. Inspirado en el tango “Caminito” de Juan de Dios Filiberto, cuya música evocaba su juventud en el barrio, Quinquela Martín decidió darle a la calle el nombre de la canción y transformar los 150 metros del pasaje en un museo a cielo abierto, lleno de color y vida.
En palabras del propio Quinquela Martín: “Un buen día se me ocurrió convertir ese potrero en una calle alegre (…) el viejo potrero fue una alegre y hermosa calle, con el nombre de la hermosa canción, y en ella se instaló un verdadero museo de arte”. Así, no solo las fachadas de las casas fueron intervenidas, sino que también se colocaron esculturas y obras de arte donadas por sus autores, creando un ambiente donde el arte y la historia del barrio se fusionaban.
La figura de Benito Quinquela Martín resulta inseparable de la historia de Caminito. Nacido en La Boca en 1890, y adoptado por una familia humilde que trabajaba en la venta de carbón, Quinquela creció rodeado de los paisajes portuarios que luego plasmaría en su obra artística. Desde joven, se propuso mejorar su barrio, y no solo lo hizo a través de su pintura, sino también mediante iniciativas comunitarias que impulsaron el desarrollo social y cultural de la zona.
A lo largo de su vida, donó obras de arte, terrenos y edificios que permitieron la creación de instituciones educativas y sanitarias en La Boca, como la Escuela Museo Don Pedro de Mendoza y el Instituto Odontológico Infantil. Sin embargo, su mayor aporte fue la idea de pintar las casas del barrio con colores vibrantes, convencido de que el color influía positivamente en el estado de ánimo de las personas. “El pueblo argentino es triste porque rinde un opresivo tributo a la falta de colores”, afirmaba en una entrevista en 1962, justificando su proyecto de llenar de color las calles y edificios de La Boca.
Caminito, con sus colores brillantes y su arte a cielo abierto, fue la culminación de ese proyecto. Quinquela Martín no contaba con un plano específico sobre cómo debía ser pintada la calle, pero impuso su visión artística sobre la disposición cromática de las fachadas, logrando que muchos vecinos se sumaran a su propuesta. Esta intervención colectiva es la que, aún hoy, da identidad al pasaje.
En las décadas posteriores a la inauguración de Caminito, el pasaje ha sido objeto de varias restauraciones para preservar su esencia original. En 2002, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires emprendió una restauración integral que incluyó la reparación de las fachadas, el adoquinado y la instalación de nuevas estructuras para los artistas que exhiben sus obras. Además, se respetó la paleta cromática original, basada en estudios históricos y fotográficos.
En 2017, se completó otra fase de restauración con la actualización de registros fotográficos y documentales, y en 2022 se llevaron a cabo nuevos trabajos de mantenimiento que aseguraron la preservación del legado de Quinquela Martín. En este sentido, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reafirmó su compromiso con la conservación de Caminito, que sigue siendo uno de los puntos más visitados por turistas nacionales e internacionales.