En la Ciudad, el promedio de la máxima temperatura para el mes de febrero se elevó 1,3 grados, de la última década.
Hace 30 años, durante el mes de febrero se daban temperaturas máximas de 27,8 grados y una mínima de 17,8. Sin embargo, en el año 2019, fue de 29,1 y 19,2, respectivamente. Además, durante la gestión de Mauricio Macri, el promedio de superficie verde por habitante se redujo.
Los picos de calor que atravesamos en la Ciudad de Buenos Aires pusieron en discusión los efectos del cambio climático, especialmente sobre un distrito donde faltan espacios verdes.
Los datos de la Dirección porteña de Estadísticas y Censos, expresan que desde 1991 la temperatura máxima promedio en la Capital Federal aumentó más de un grado, y la mínima también.
La Directora de la Central de Monitoreo del Clima del Servicio Meteorológico Nacional, María de los Milagros Skansi, dijo en una entrevista periodística que
“Si se considera desde 1961 hasta ahora, lo más notorio es el aumento de las mínimas, con menos cantidad de días fríos por año”.
Si retrocedemos 30 años, veremos que en febrero de aquel momento, la ciudad tenía una temperatura máxima de 27,8 grados y una mínima de 17,8. Mientras que durante el año pasado, fue de 29,1 y 19,2, respectivamente.
Esto quiere decir que la máxima anual promedio pasó de 21,5° C en 1991 a 22,2 en 2010, y a 22,4 actualmente, con el pico de 22,8 en 2017. Y el promedio de la mínima también subió: de los 13,5 grados del ’91 hasta los actuales 14,3°.
El periodista Gustavo Sarmiento, señaló que en los últimos treinta años, hubo por lo menos una ola de calor por año. Los investigadores Francisco Chesini, Rosana Abrutzky y Ernesto de Titto realizaron un relevamiento sobre la mortalidad causada por las olas de calor en la Ciudad de Buenos Aires, entre 2005 y 2015 y descubrieron que el riesgo de muerte se incrementa un 14% respecto al resto de los días del semestre cálido. En la de diciembre de 2013, la más prolongada desde 1906, aumentaron 43% las muertes diarias, sobre todo en ancianos, niños y mujeres.
Esto ocurre en la ciudad debido a que el espacio verde por persona no es el ideal, sino que es inferior. En los últimos doce años, sólo dos Comunas crecieron en espacio verde. Ambas de zona norte. “Más allá de su importancia social y recreativa, son fundamentales para el cuidado del ambiente, por eso es crucial que haya una distribución equilibrada y planificada. Hoy en la Ciudad no es homogénea” señaló Inés Camilloni, investigadora de Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA)
