El barrio de Playón Chacarita, que comenzó como una villa de calles de barro, experimentó una significativa transformación con la urbanización y el desarrollo de nuevos edificios, comercios y un club de fútbol que fomenta la inclusión social.
La transformación de Playón Chacarita, un barrio histórico sobre las vías del ferrocarril Urquiza en Buenos Aires, ha alcanzado hitos importantes en los últimos años. La urbanización, aprobada por la Legislatura en 2017 y comenzada en febrero de 2018, ha permitido una notable mejora en la infraestructura del área. Las calles de barro que caracterizaban al barrio han dado paso a avenidas pavimentadas, como la reciente extensión de 600 metros de la avenida Triunvirato entre Elcano y Teodoro García. Además, se han abierto tramos de calles como Zabala, Céspedes y Palpa, y actualmente se está desarrollando un nuevo sector en la calle Guevara.
En paralelo, se crearon pasajes que conectan el barrio, tales como Mujeres de Fraga, Mercedes Sosa e Isabel Flores de Oliva. El proceso de urbanización no solo mejoró la infraestructura vial, sino que también propició la construcción de nuevos edificios residenciales y comerciales. Según informes del gobierno porteño, se levantaron 678 viviendas, de las cuales muchas ya están ocupadas. Además, se habilitaron 52 locales comerciales, 38 de los cuales son gestionados por vecinos, mientras que otros fueron ocupados por grandes marcas comerciales, como una reconocida cadena de farmacias y una carnicería con varias sucursales en la ciudad.
Ana Caracusma, residente del barrio desde 2006, comparte su experiencia: “Esto era una villa, todas las calles eran de barro. La urbanización permitió nuevas oportunidades laborales.” La transformación también incluyó mejoras en viviendas existentes, con 230 intervenciones en fachadas, cocinas y baños, además de la adjudicación de 15 nuevos locales comerciales. Leonardo Coppola, presidente del Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC), resalta el objetivo de completar la regularización de dominio del barrio para que cada vecino pueda obtener su escritura.
A su vez, la transformación del barrio está acompañada por un importante factor de inclusión social. El club de fútbol del barrio, fundado hace una década, jugó un papel crucial en la integración de los jóvenes. El club comenzó con una pequeña cancha de cemento y creció significativamente, convirtiéndose en un espacio de contención para más de 200 chicos que participan en sus actividades. La fundadora del club, Kariesbeth Mora, recuerda los inicios modestos y la necesidad de ampliar la infraestructura: “Con mi marido, Iván, veíamos que la juventud se perdía por las drogas y la delincuencia y pensamos en organizar una escuelita para los jóvenes.”
El crecimiento del club llevó a la reubicación de la cancha en varias ocasiones debido a los planes urbanísticos del barrio. Actualmente, el club se encuentra en la intersección de Triunvirato y Céspedes, y ha sido clave para mantener a los jóvenes alejados de problemas sociales. Mateo Barros Estrada, ex miembro del IVC y colaborador del club, destaca la necesidad de expandir el equipo de apoyo, incluyendo profesionales especializados en adicciones, ya que el club también actúa como un espacio de contención.
