Un contrato de concesión de 40 años firmado por el Arzobispado porteño y los Salesianos autoriza la demolición del icónico estadio, declarado Monumento Histórico Nacional. El proyecto, liderado por una empresa internacional, enfrenta fuertes restricciones legales que podrían hacerlo inviable.
El Luna Park, emblema cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Monumento Histórico Nacional desde 2007, podría ser demolido según un polémico contrato firmado entre sus propietarios, el Arzobispado de Buenos Aires y la Sociedad Salesiana, y el empresario Diego Finkelstein, principal accionista de Live Nation Entertainment Inc. El estadio, que cuenta con protección patrimonial tanto a nivel nacional como local, no podría ser modificado ni demolido bajo la normativa vigente. Sin embargo, el proyecto contempla su reconstrucción total para albergar un estadio moderno con mayor capacidad.
La concesión, de 40 años, fue aprobada el 16 de octubre por los propietarios del Luna Park, agrupados bajo la empresa Stadium Luna Park S.A. A partir del 2 de enero de 2025, DF Entertainment, subsidiaria de Live Nation, asumirá la gestión del inmueble con una inversión inicial de 34 millones de dólares para llevar adelante las obras. Según el contrato, la capacidad del estadio se ampliará de 8.500 a 13.000 espectadores, incorporando dos pisos adicionales y dos niveles subterráneos para estacionamiento.
El proyecto choca de frente con las leyes que protegen al Luna Park. Al estar ubicado en un Área de Protección Histórica y ser un Monumento Histórico Nacional, cualquier intervención debe ser autorizada por la Comisión Nacional de Monumentos y el Gobierno de la Ciudad. De acuerdo con la Constitución porteña y las leyes patrimoniales locales, la estructura, fachada e interior del estadio no pueden alterarse.
En este contexto, el secretario de Desarrollo Urbano de la Ciudad, Álvaro García Resta, declaró: “Hoy no se podría hacer lo que se plantea, entre otras cosas, porque es patrimonio histórico”. Además, agregó que solo una ley específica de la Legislatura porteña podría habilitar un cambio de este tipo.
Por su parte, el contrato otorga al concesionario la responsabilidad de obtener los permisos necesarios, algo que, según la ley, recae sobre los propietarios del inmueble. Esto incluye cumplir con un procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental y obtener el aval de la Comisión Nacional de Monumentos, un requisito indispensable para cualquier obra de esta magnitud.
Uno de los aspectos más controvertidos del acuerdo es que el proyecto debe contar con la aprobación final del Papa Francisco, en su calidad de líder del Vaticano, dado que la Iglesia figura como uno de los propietarios del estadio. Según el contrato, si el Papa no responde dentro de un plazo de 30 días, el silencio se considerará una aprobación tácita.
Inaugurado en 1932 como un estadio abierto, el Luna Park se transformó en un ícono porteño tras la construcción del estadio cerrado impulsada por Ismael Pace y José Lectoure. Desde entonces, fue sede de grandes eventos deportivos, como las peleas de boxeo de Carlos Monzón y Ringo Bonavena, y de momentos históricos como el funeral de Carlos Gardel y el casamiento de Diego Maradona y Claudia Villafañe.
A lo largo de los años, el estadio también albergó espectáculos musicales de artistas como Frank Sinatra y Sui Generis, consolidándose como un espacio de referencia cultural en el territorio porteño.